domingo, 24 de febrero de 2008

Molata de Casa Vieja




Al igual que en el Cerro del Real de Galera, este es un lugar en el que uno casi puede sentir fuerzas telúricas. Cuando te mueves por esta cima amesetada -a unos 1500 m. de altura-, y a pesar de que las estructuras en superficie a penas son identificables, uno puede sentir las vidas antiguas de la gente que pobló el oppidum más grande de la provincia durante el periodo ibérico Pleno y Final. La impresión es casi de ajetreo, a juzgar por la abundancia de restos cerámicos de gran calidad artística, de desechos de actividad metalúrgica y de mampuestos dispersos por toda la muela, sobre todo por su parte sur y central. Destaca una especie de sillar de caliza en el que se aprecian las trazas del cincelado. También pude ver una fina lámina de plomo. En lugares cercanos se han encontrado además muchas ofrendas, como el caballito votivo qué está expuesto en el museo de Galera, lo que indica la existencia de santuarios y lugares de culto. Al lado del cortijo de Casa Vieja también pude observar restos de cerámicas más tardías, como un pequeño fragmento de sigillata y restos de ánforas, lo que indica que en el lugar se mantuvo población tras la conquista romana y el abandono del oppidum, lo que es lógico, ya que existe una fuente de agua.


Imágenes: Fragmentos de cerámica ibérica pintada; esquina apreciable de una estructura en la parte central del yacimiento; piedra cuadrada con un cincel.



No hay comentarios: