En el pago de Torralba se ubicó en época del Bajo Imperio una importante villa romana. En el entorno de Parpacén tuvo que haber otra, como indican los restos de sigilatas y tégulas que aparecen cerca.
La de Torralba se descubrió en 1929 y fue posteriormente excavada y descrita por Gómez Moreno, que no dudó en describir el pavimento de mosaico de una de sus habitaciones como "el más artístico de la provincia". Aparecían en él dos figuras femeninas tocando la lira, y a su derecha un varón, todo ello orlado de cenefas. Los colores de las teselas eran blancos, rojos y negros. En la actualidad, sobre el mosaico, hay comederos y abrevaderos para ganado, y dicen que se perdió todo en el 36. Se volvió a excavar posteriormente por Manuel Sotomayor, que volvió a cubrir las estructuras que quedaban para que no se deterioraran. Parece que en su origen era una torre de control de caminos lo que dio paso a la villa, y en época medieval esta sirvió como cantera para otra fortificación (se pueden encontrar restos también de cerámicas del periodo islámico). Lo último es el cortijo aún en uso y que reutilizó también los sillares de la villa. Una de las veces que fui en bicicleta, un tractorista me dijo que labrando habían aparecido unas "tinajas", y volví con intención de fotografiarlas, pero no había nadie que me indicara donde estaban. En los sembrados cercanos al cortijo se pueden encontrar un montón de fragmentos, que seguro cada vez serán más dispersos. Es como si la "turris alba" fuera un terrón de historia que llevara más de mil años disolviéndose en los secanos.
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De arriba a abajo: Fragmentos de tégulas (teja plana romana) en los campos de Torralba; fotografía antigua del mosaico; sillares en los muros del cortijo; restos de estructuras en los que se aprecia una linea de pavimento.
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